viernes, 15 de mayo de 2020

Política en la era de la Internet


Dicen que "La política no llegó al internet porque estuviera de moda, la política llegó al internet porque es el último lugar donde la Democracia tiene una oportunidad"

No existe duda alguna al decir que la internet ha jugado un papel fundamental en las últimas campañas electorales de la década que esta por terminar. El primer caso y quizá el más sonado fue la campaña triunfante de Barack Obama a la presidencia de EEUU, con una estrategia arrasadora enfocada a distintos segmentos poblacionales. Hecho que marcó un parteaguas en la forma de hacer política.

En nuestro país el caso del actual mandatario, Andrés Manuel López Obrador, marcó el inicio de una nueva era en la política mexicana, pues fueron las estrategias en redes sociales las que lograron una mayor penetración en las nuevas generaciones, quienes nacieron con la era digital y tienen su vida totalmente volcada a las "benditas redes sociales"

En la actualidad vivimos una guerra sin tregua entre simpatizantes y opositores, volviéndose Facebook el rey de las "fake news" y Twitter del debate político, sin dejar atrás Instagram, la red más usada por políticos de la nueva generación, como es el caso del "Dream Team" de Movimiento Ciudadano, encabezado por el Senador Samuel García, quien ha sabido sacar provecho a esta red social, volviéndose uno de los primeros "Politicos-influencers" 

En Puebla, este gigantesco paso está llegando con lentitud, pues existen aún municipios en los que el acceso a internet es complicado, sin embargo, en este último año las señales de una nueva era digital se han echo presentes augurando el futuro para el 2021.

Los políticos poblanos cada vez se acercan más a las redes sociales y aunque existen algunos rejegos a esta nueva era, cuando sea tiempo de encuestas electorales y mediciones de popularidad tendrán que ceder forzosamente a la inclemencia de la Internet.

En los casos de municipios como Puebla, Tehuacán, las dos Cholula, Teziutlan, Atlixco y Texmelucan (por mencionar algunos) será más evidente la influencia de estas redes, pues en estas ciudades el acceso a internet llega a casi 9 de cada 10 ciudadanos. Recordemos que ha sido precisamente a causa de las "benditas redes sociales" que se ha convocado a marchas multitudinarias y protestas en contra de alcaldes y funcionarios públicos, volviéndose un arma de dos filos para los políticos de estas localidades.

Será en unos meses, a inicios de la nueva década, que notaremos el bombardeo publicitario de quienes aspiran a permanecer en el ánimo de los votantes poblanos y perpetuarse en el poder. Estemos atentos, pues no toda publicidad es mala, ni toda noticia verdadera.

El virus político de la irresponsabilidad: COVID19


"Recuerden bien a quienes hoy lucran con el miedo, para que el próximo año cuando toquen tu puerta se los eches en cara."

La pandemia de COVID-19, probablemente será la más dañina en la historia actual mundial. En algunos años algunos recordarán con risas las anécdotas de esta cuarentena, pero algunos otros lamentablemente la recordarán por la pérdida de amigos, compañeros y familiares.
La evolución en la propagación de éste virus se ha vuelto un tema político, tomado así por todas las corrientes del país. Son muchos los militantes de izquierda quienes minimizan el daño que puede causar esta pandemia, sin embargo, son también muchos los activos de la "oposición" quienes se han encargado de difundir noticias falsas y culpar a los distintos órdenes de gobierno del aumento de positivos a este coronavirus.
Hace unos días pareciera que la urgencia, el miedo y un poco de sentido común lograron poner (parcialmente) de acuerdo a las corrientes políticas en ¡No salir de casa! Hecho que nos acerca más a un correcto manejo de esta crisis de salud.
No nos queda más que aceptar y acatar las instrucciones de los profesionales en el tema, NO DE LOS POLÍTICOS , sino de quienes hablan desde la experiencia académica y profesional.
Por supuesto que habrá quienes digan: "Sí no trabajo quien va a mantener a mi familia" y es una justificación razonable, sin embargo, debemos hacer lo posible por no arriesgarnos, es mejor "amarrarse la tripa" que ser uno más en la cifra mundial. Recordemos que la contingencia por el COVID19 no se trata de una "guerra" de clases económicas o sociales, no es "ricos contra pobres", "liberales contra conservadores" o "izquierda contra derecha" simplemente es un virus vs los humanos.
Desde este espacio llamado "entropía", en el que hemos alzado la voz, nos hemos enojado, burlado y reído; hoy pedimos acatar las instrucciones de profesionales de la salud. ¡No salgan si no es necesario!
Hagamos que esta trágica experiencia no tenga repercusiones en las vidas de quienes amamos. Que en un año o dos recordemos esta pandemia como "la ocasión en que nos quedamos en casa" y no como "la causa de la muerte de un ser querido"
Además recuerden bien los nombres y rostros de quienes hoy pretenden colgarse de esta contingencia para sacar "raja política", de quienes no han querido acatar las recomendaciones y por beneficio propio siguen poniendo en riesgo a cientos de personas.
Recuerden bien a quienes hoy lucran con el miedo, para que el próximo año cuando toquen tu puerta se los eches en cara.
No hay rojos, azules, naranjas, verdes o guindas, hoy somos todos mexicanos, preocupados y ocupados por evitar que nuestro país sufra las consecuencias de la irresponsabilidad social y política ante esta pandemia sacada de una película de ficción.
El próximo martes regresamos con la Parte III “De joven a delincuente”

Politizar la tragedia; Texmelucan y el COVID19

“No existen precedentes sobre la contingencia actual, no tenemos un manual de procedimientos o una guía de instrucciones, solo buena voluntad y sentido común”
Son muchos los comentarios vertidos en redes sociales sobre la supuesta ineficiencia de gobiernos locales frente a la epidemia de coronavirus que azota al mundo.

Ningún gobierno lo está haciendo bien —según dicen.

Nadie está preparado para ésta contingencia —los expertos lo saben.

En Texmelucan la tendencia se repite. Son malas medidas —dicen algunos.

Las recomendaciones dadas: no salir, cerrar bares, cafés y establecimientos no necesarios.

Las medidas tomadas: suspender el tianguis, sanitizar calles, recaudar víveres y darlos a familias necesitadas.

Algunos tianguistas acudieron a la Secretaria de Gobernación, expusieron su queja y terminaron por salir a vender.

Cafeterías siguen abiertas, bares siguen sin cerrar, restaurantes aún atienden.

Los texmeluquenses salen a las calles como en día normal, pocos se preocupan.

El Ayuntamiento no hace nada —algunos se atreven a decirlo.

¿Por qué recaudan víveres y no los compran ellos? —preguntan algunos.

Si las despensas se compraran con dinero público, el reclamo seguiría vigente.

Comprar es malo, no hacerlo también.

Pedir que cierren negocios es inconsciente, no pedirlo es irresponsable.

¿Qué deben hacer?

No se deben pagar impuestos, ni luz —algunos reclaman.

El Ayuntamiento no tiene esas facultades.

Que le den un apoyo económico a quienes deben cerrar su negocio.

No existe recurso suficiente, ni la facultad para ocupar lo etiquetado en algo distinto.

La contingencia y tragedia para algunos, se convierte en trampolín político para otros.

Aún nos queda este mes en cuarentena. Pedir no politizar la tragedia es sensato, pero irreal. Seguirá pasando.

La gente sale de casa, convive con amigos, come en restaurantes.

Al final, si todo sale bien en Texmelucan y otros municipios, será por la buena voluntad de la gente.

Si todo sale mal será culpa del Presidente Municipal.

O al menos eso dirán los futuros aspirantes del 2021.

***

El discurso de Andrés Manuel López Obrador de este domingo es otra historia.







La nueva normalidad: La vida después del coronavirus


Quienes lo explican coinciden en algo: nada volverá a ser igual 

"Nueva normalidad" un concepto usado en España y en últimos días en nuestro país.

Es lo que viene.

Nadie sabe qué significa como tal.

Quienes la explican coinciden en algo: nada volverá a ser igual.

Muchas cosas han cambiado a partir del inicio de la cuarentena.

Los restaurantes ya no son los mismos, regresaron a lo simple.

Los cines ya no se recuerdan.

Los bares se volvieron innecesarios.

La comida a domicilio se volvió indispensable.

Los y las médicos se volvieron héroes y heroínas.

Descubrimos aspectos sociales que desconocíamos.

No sabemos estar solos.

La ignorancia es gigantesca y provoca miedo.

El miedo provoca violencia.

La violencia nos tiene estancados.

Miles de empleos se perdieron, cientos de negocios cerraron, decenas de empresas quebraron.

La economía es frágil.

¿Crecerá el índice delictivo?

Sin duda.

Cientos de miles de poblanos y algunos gobernantes piensan qué al término de la cuarentena todos saldremos a la calle, gastaremos, compraremos y retomaremos nuestra vida normal.

Será difícil que eso pase.

Se alargará la cuarentena.

Muchos no seremos los mismos.

Algunos otros ya no estarán.

El efecto psicológico de meses en cautiverio es inimaginable.

Ahora conocemos la fragilidad de nuestra sociedad, de nuestra economía y de nuestra vida.

La política también cambia.

Nadie olvida a los oportunistas.

Tampoco olvidarán a los ausentes.

La pobreza es mayor y el empleo es insuficiente.

¿Qué harán los presidentes municipales para apoyar a su pueblo?

Los jóvenes son los más vulnerables.

No tienen a quién acudir.

Existen pocos institutos que puedan recibirlos y auxiliarlos.

La prevención al delito es nula.

Nuevos delincuentes nacerán.

La "nueva normalidad" le dicen, para no llamarle crisis.

Crisis humana y social.

Crisis económica y laboral.

Tendremos que acostumbrarnos a vivir así.

Normalizar el crimen, la pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades.

La nueva normalidad. Nuestra nueva realidad.

De joven a delincuente Parte III

“No es mi culpa, yo no soy un asesino —se repetía una y otra vez”

El camión estaba a media capacidad, los pasajeros eran alumnos universitarios en su mayoría y un par de sexagenarios que bien podían ser maestros de universidad. Se les reconocía por el maletín atiborrado de papeles, la computadora portátil de la era pasada y el semblante en su rostro 
Roberto se sentó en la última fila de asientos, miró detenidamente a cada pasajero identificando a aquellos despreocupados jóvenes con audífonos y celular en mano, ellos eran las más fáciles y rápidas víctimas. También habia un par de jóvenes que escribían de prisa en sus libretas, no era difícil deducir que hacían la tarea para su primer clase del día. 
En la tercera fila del lado izquierdo estaba “el paranoico” justamente al que Roberto buscaba con la mirada, aquel individuo que siempre está alerta producto del miedo a ser víctima de un robo. Beto había aprendido de su padre que ellos son los que causaban los problemas, había que dejarlos al último y si era necesario darle un buen golpe, con eso bastaría para dejarlos quietos en su asiento.
Desde que era pequeño y hacía malabares en los cruceros obligado por su madre, Roberto acostumbraba ponerle etiquetas al tipo de personas que se veía, costumbre que llevo a sus andanzas criminales en los autobuses. Esta clasificación de víctimas le ayudaba a prevenir riesgos e idear estrategias para hacer del asalto un acto rápido, limpio y sin tragedias innecesarias.
Es por eso que tomaba su tiempo para examinar al “paranoico" esperando que se relajará, que destensara los hombros y dejara de voltear insistentemente hacia la parte trasera del autobús.
Al paso de ocho minutos, Roberto se sintió listo para iniciar la primer tarea del día, ya había evaluado riesgos, ideado una ruta de escape y contemplado posibles variables en su plan, nunca faltaba el “valiente" que intentaba hacerse el héroe, la “desmayada" que tenía un ataque de pánico o “el cobarde” que intentaba bajar corriendo del autobús en movimiento. Beto era muy bueno creando escenarios perfectos para desempeñar una tarea, este día no era la excepción.
Se levantó rápidamente mientras se ponía una máscara de “V" el protagonista de un filme hollywoodense llamado “V for Vendetta” una mascara que se hizo famosa en la cultura popular gracias a un grupo de hackers autonombrado “Annonymus".
—Ahora si hijos de la chingada, no se muevan y vayan sacando sus cosas, cuidadito del que se quiera hacer el héroe porque me lo chingo de una vez —grito Roberto mientras caminaba hacia el medio del autobús.
El “paranoico” emitió un sonido seco, como si quisiera gritar pero le faltará el aire y empezó a mover las manos apuntando hacia Roberto.
—A ti que te pasa cabrón, no te quieras hacer pendejo, cálmate y saca tus cosas —grito Roberto mientras le apuntaba con una pistola calibre .22
El joven seguía haciendo movimientos raros y emitiendo sonidos que cada vez se asemejaban más a palabras, pero eras inaudibles, Roberto empezó a caminar con su mochila.
—Metan aquí todo y nada de quedarse algo guardado, todos traen celular y cartera —gritaba Roberto sin dejar de observar de reojo al “Paranoico”.
Siguió caminando entre los asientos hasta llegar al de un joven que pareciera aún no se había enterado del asalto pues tenía la mirada perdida en su móvil y  unos audífonos de diadema enormes.
—Te mero un balazo y ni siquiera te enteras, levanta la cara que la vida está pasando —dijo Roberto mientras arrancaba los audífonos bruscamente de la cabeza del joven que volteó repentinamente y alzo las manos.
Roberto siguió caminando hasta llegar al “paranoico” quien había dejado de mover las manos y miraba absorto a sus ojos. Beto sentía que esa mirada traspasaba la máscara y se metía en el. Se sintió desnudo, nervioso y por primera vez con miedo.
—Qué tanto ves cabrón, hecha tus cosas en la mochila ¡órale! —dijo Roberto con la voz entrecortada producto de los nervios que sentía por la mirada del joven.
El paranoico metió su celular en la mochila y se dispuso a sacar su cartera de la bolsa trasera de su pantalón por lo que tuvo que levantarse ligeramente sin quitarle la vista al enmascarado que perpetrada el crimen.
—¡Órale! No tengo tu tiempo —grito enojado Roberto, mientras el joven levantaba la mano que sostenía la billetera.
El grito hizo temblar al joven quien cono reflejó de nervios, miedo y ansiedad lanzó la cartera hacia el techo del camión, provocando un ruido metálico que hizo brincar a Roberto del susto.
Un sonido hueco acompañó al ruido metálico, el sonido de una bala saliendo de la cámara de la pistola calibre .22 en la mano de Roberto. Accionada accidentalmente como reflejo al susto detonado por la cartera golpeando el techo del autobús.
Un grito horrorizado precedió al impacto de bala, era una mujer en las filas anteriores al asaltante de la mascara. El chófer del autobús frenó en seco provocando un rechinido que ocultó por unos segundos el sonido provocado por el Paranoico ahogándose con su propia sangre.
Roberto lo miró horrorizado por un par de segundos, abrazo su mochila y se bajó corriendo del autobús.
Corrió y corrió por minutos a través de calles, avenidas y callejones, sintió como le faltaba el aire, pero siguió corriendo. Sus pantorrillas le quemaban, pero no podía prestar atención al dolor físico, en su mente solo podía ver la imagen del joven tocando la herida de bala en su cuello que sacaba sangre que chorros.
Lo maté, estoy seguro que lo maté —se repetía Roberto una y otra vez. Cada palabra le quitaba el aliento, se convertían en kilos de presión en su pecho, en alfileres que picaban la palma de sus manos, en lágrimas que salían de sus ojos y se secaban con el aire provocado por su carrera sin destino.
Después de un par de kilómetros paro en un terreno abandonado, se encorvo apoyando sus manos en su rodillas mientras miraba al suelo y las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos.
—Nunca olvidas al primer muertito, ese te acompaña toda la vida, después de él ya no es tan difícil, pero ya nada nunca es igual. —fueron las palabras que “El Topo", un amigo del barrio le había dicho hace algunos meses. Hoy tenían más sentido que nunca.
Roberto se quedó sentado en el pasto por varios minutos, abrazaba sus rodillas y su mirada estaba perdida en el horizonte. En su mente visualizaba el rostro del joven del microbús. Tenia los ojos desorbitados y desesperación en su semblante, la sangre salía a chorros por su cuello y la garganta ahogándose provocaba un sonido asqueroso y espeluznante.
Se levantó y caminó lentamente hacia su hogar con la cabeza mirando al piso y el cuerpo desguanzado, arrastraba los pies y hablaba en voz baja para si mismo. 
—Fue un accidente, no es mi culpa, yo no soy un asesino. No debía aventar su cartera, si no hubiera hecho eso yo no habría disparado. No es mi culpa, no es mi culpa —se repetía una y otra vez esperando que sus palabras de alguna manera le dieran calma, lo eximieran de la culpa, le regresaran la cordura y lo hicieran sentir humano de nuevo, no tuvo éxito.
Entro a su casa, estaba anocheciendo, había perdido todo el día deambulando por las calles sin rumbo, camino por horas hasta que sus pies dejaron de sentir. Había acordado consigo mismo no decirle a nadie sobre lo que había ocurrido, ni siquiera a su madre a quien siempre le contaba todo.
—Betito ¿Cómo te fue? Vienes todo atontado —dijo su madre mientras sacaba una sartén de viejo mueble oxidado.
—Bien ma, ya sabes estuvo cansado el día. No tengo hambre, ya comí hace rato, ya me voy a dormir mejor.
-¿Seguro Beto? Estas bien flaco, que vas a andar comiendo por ahí, a mi no me haces mensa, de seguro algo te metiste ahí con tus amigos esos y por eso no tienes hambre —dijo su madre mientras movía la cabeza.
—No ma, todo bien, nomas fue un día muy cansado, ya me voy a acostar —dijo Roberto mientras caminaba hacia su cuarto.
Esa noche fue la más larga y difícil de su vida, rodaba por toda la cama, sudaba y despertaba con la respiración agitada después de unos minutos de conciliar el sueño. Cerraba los ojos y veía la misma imagen, el paranoico agonizando, ahogándose, echando sangre a chorros. Roberto no sentía que llorará, pero las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos.
Llego la mañana sin dormir bien, no quería levantarse, pero su padre fue a despertarlo para decirle que hoy cambiará de ruta o mejor no se subiera a los camiones porque los “puercos" andaban desatados vigilando las rutas.
—Ayer a un pendejo se le ocurrió matar a un pasajero y nomas alboroto al gallinero, ahora los chamacos quieren salir a marchar a las calles quesque para exigir más seguridad. Cabrones huevones, ellos tienen dinero, pueden estudiar y todavía se la pasan haciéndose pendejos con sus marchas —dijo su padre antes de cruzar la puerta de la entrada.


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